Por Colombina
Si yo fuera un
color regurgitaría azules mientras me muevo como una raya bajo el agua, y te
arrancaría los amarillos de las piernas por puras ganas de un sabor ácido,
para hacerme un cinturón de piel de humano con ojos de fresa.
Si fuera un
color, dejaría de escucharte en marrones, y me lanzaría a dibujarte con los
pies manchados de negro. No tendrías idea de cuando acaba el día por mis rizos
jugando en tus narices, y todas las madrugadas estornudarías esos sarrosos
rayos de sol, como los dientes de cualquier anciano.
Si yo fuera un
color rebotaría en verdes, y mi estómago sería un acordeón, y dirían que por
ahí va la serpiente de tierra caliente, con esa historia arribista bogotana de
la gente calentana, y mis piernas rosáceas se broncearían con tus malos
domingos, y tus malas mañanas.
Si yo fuera un
color, me hundiría en esos rojos tan bonitos de tus sienes cuando estás a punto
de explotar, y las haría trizas con mordiscos grises hasta que olvidaras mi
nombre. Si yo fuera un color definitivamente sería el negro de tus pellizcos,
el blanco de tus olvidos, el verde de tus euforias, sería las noches manchadas
de risas amarillas abandonadas, y las madrugadas de cuerpos morados y
adoloridos que la noche anterior perdieron sus signos.
Dejaría de
colorearte.