martes, 20 de septiembre de 2016

Irse

Qué difícil es irse, creo que es incluso más difícil que llegar. Irse es comenzar a elaborar el recuerdo de una vida que está en presente. Y eso es una mierda porque uno no quiere que se diluya en verbos en pasado. ¿En qué momento, actividades que solía hacer hace un mes, o dos meses, comienzan a leerse en pasado, no sin un cierto dolorcillo?, porque aunque aún estoy en el amazonas, ya las pienso en mi futuro recuerdo: "ahhhh, una vez, cuando vivía en el amazonas, jugué en un neumático inflado en el meandro del Takana. Casi me ahogo, tragué agua de río, me dijeron que por eso iba a vivir para siempre allá (mentira). Entre ahogo y ahogo me reí hasta el cansancio, algún bicho rozó la piel de mi pierna y me dejó un sarpullido, alguien me dio una mano y me dijo que confiara, y salí del agua apoyando mis piernas temblorosas en el tronco de un árbol caído en la mitad del cuerpo de agua. Creo que para ese entonces ya caminaba descalza sobre las hojas y la tierra negra y húmeda de la ribera. Subí a un pequeño puente de madera, con una capa de plástico que me puse para no mojarme más ni con agua, ni con hojas, ni con tierra; me veía graciosísima escurriendo agua y sudor, jugando con un bon bon bum que sabía a río, y con una carnada que no atrapó ni a un solo pez"